¿La apariencia miente? Sí, por supuesto que sí. En esta imagen el hombre parece estar sentado entre dos vagones, cuando en realidad está sentado en el muelle, frente al tren, mientras la cámara capta su reflejo.

La apariencia miente, y a veces te sorprende. A veces piensas que conoces a alguien, conoces a esa persona durante años, y de repente descubres que lo único que conocías era una máscara, una apariencia. La persona real estaba escondida bajo la máscara, y era muy diferente de lo que parecía ser.

De repente descubres que la persona en la que confiabas no era digna de tu confianza. De repente recibes un golpe de traición en la cara. Duele, y empiezas a preguntarte, ¿cómo es posible que no lo veas venir? Te sientes culpable por permitir que esto ocurra. Tienes sentimientos mezclados, rabia e ira, tristeza y desolación al mismo tiempo…….

Pero, ¿qué puedes hacer? El pasado es el pasado, y tienes que aprender de la experiencia. La vida continúa, y lo peor sería permitir que este tipo de experiencia te cambie hasta un punto en el que ya no podrías confiar en nadie.

Cuando te enfrentas a una traición hay dos formas posibles de actuar: puedes aislarte, empezar a dudar de todo el mundo, dejar que surja la amargura. O…. puedes ver en ella una oportunidad para ser más fuerte, para seguir confiando en la vida y en las personas, y para abrir tu corazón al futuro.

Creo que el último es mejor, porque la vida está hecha para evolucionar y aprender. No cerraré mi corazón, no dejaré de confiar en la gente, pero no soy perfecto -nadie lo es- y hay un tipo de apariencia que no estoy dispuesto a aceptar: Puedo aceptar la traición como un hecho, pero nunca la podré olvidar, y nunca la perdonaré.