En “Hyde park” en Londres, existe el famoso rincón del orador, en el que cualquiera puede situarse, en cualquier momento, en una silla… y hablar libremente. Bueno… al menos en teoría. La práctica revela a veces una realidad diferente, porque cuando las ideas del orador se alejan demasiado de la opinión del público, algunos se oponen a él y no le dejan hablar.

Cuando uno habla, los demás deben escuchar. Después de haber escuchado los argumentos del orador, los oyentes deberían hablar y entablar un diálogo constructivo. Pero hoy en día la gente no escucha, sino que grita. Y, por desgracia, este comportamiento no es específico del rincón del orador, sino que se ha convertido en una especie de regla mundial, una norma.

Basta con mirar a la mayoría de los llamados «líderes» del mundo. La gente actúa como ellos, buscando en ellos el ejemplo.

La gente grita primero y luego escucha….pero luego, no queda nada que escuchar. Cuando se grita… se mata el diálogo